Los coches eléctricos se han popularizado gracias a la promesa de no necesitar combustibles fósiles. Sin embargo, no se ha resuelto cómo suplir la demanda eléctrica para mantenerlos en marcha.
Los coches eléctricos y el consumo oculto de combustibles fósiles
Los coches eléctricos tienen como principal bandera la capacidad de funcionar sin tener que recurrir a combustibles fósiles. Pero, ¿esto es realmente cierto?
Desde un punto de vista literal es cierto: los coches eléctricos operan con electricidad, que es energía eléctrica. Ahora bien, las letras pequeñas dicen que si bien la electricidad se puede obtener de diversas fuentes, la principal al día de hoy son los combustibles fósiles.
Esto quiere decir que la promesa de una movilidad 100% libre de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero aún no es posible, al menos no en España: el grueso de la electricidad que se consume en España proviene del gas que se importa de Estados Unidos, Argelia, Nigeria y Rusia.
Y si bien es cierto que en el año 2022 las energías solar y eólica cubrieron más demanda energética que el gas y ayudaron a suplir el déficit de la producción hidroeléctrica y nuclear, aún no son tan estables como para cubrir el consumo de los habitantes.
De acuerdo con la información proporcionada por la Red Eléctrica, el mix de energías renovables en 2023 representó el 50% de la demanda de electricidad.
Todo esto se traduce en que la electricidad que utilizan los coches eléctricos no está libre de combustibles fósiles.
Impacto del coche eléctrico en el precio de la luz
El precio de la luz lo fija el Operador del Mercado Ibérico (OMIE). Este es el mercado mayorista eléctrico y su función es negociar la electricidad que se genera a solicitud de las previsiones de consumo que hace la red eléctrica española.
La Red Eléctrica Española hace una previsión del consumo eléctrico del país diariamente y es a partir de estos datos que las centrales eléctricas programan su producción para cada hora del día. Es la responsable del equilibrio entre la generación y la demanda.
Toda la energía vertida a la red sale a subasta y es el precio de la última energía que entra en la puja la que marca el precio de la luz (siempre es el gas, la fuente más costosa).
El gas tiene un mayor valor en el mercado porque, además de que se puede almacenar a gran escala (la electricidad no), es capaz de generar energía de forma inmediata. Es un suministro confiable.
En condiciones de consumo predecible, el gasto de gas se puede minimizar. Pero eventos como Filomena o la guerra entre Rusia y Ucrania son un claro ejemplo de que todavía hay una gran dependencia hacia este combustible para cubrir nuestras necesidades energéticas primarias.
La incorporación de coches eléctricos suma una variable más a las previsiones que debe hacer la red eléctrica. Y a más coches eléctricos, más demanda de suministro.
Si no se maneja bien el aumento de la demanda los precios de las tarifas eléctricas terminarán por aumentar porque ese déficit tendrá que compensarse con gas.
Claro que se pueden tomar medidas para controlar el gasto de luz de los coches eléctricos, como promover las cargas durante las horas valle para evitar los picos que encarecen las facturas.
También se pueden integrar sistemas de energía renovable para compensar este gasto específico. Sin embargo, esto requiere de inversiones significativas en estructuras y almacenamiento.
Impacto del coche eléctrico en espacios de parking
La movilidad eléctrica está generando cambios significativos en la infraestructura de los aparcamientos y en los hábitos de los usuarios. Tanto los parkings públicos como los privados deben adaptarse a esta nueva realidad e instalar puntos de carga para satisfacer la demanda.
Los coches eléctricos no tienen un tanque que puede almacenar combustible, sino baterías que requieren de un tiempo de carga y de un espacio para completar la espera.
Tanto las estaciones de carga como los parkings privados deben ajustarse a una nueva realidad que implica puntos de carga para diferentes necesidades.
Verás, los coches eléctricos pueden tener 4 tiempos de carga. Todo dependerá de la batería del vehículo y de la potencia del cargador. Los hay de carga lenta, carga semi rápida, carga rápida y carga ultra rápida.
Cada tipo de carga exige unas características en su instalación y en la disponibilidad de los usuarios.
La carga lenta es la más común para el uso doméstico porque toma de 4 a 8 horas en cargar el vehículo. Potencias entre 4 y 7,5 kW son suficientes para ofrecer el suministro y aunque se pueden utilizar enchufes domésticos se recomienda instalar un punto de carga.
La carga semi rápida es la más popular en las estaciones: toma de 1 a 3 horas completar la carga. Se necesita una corriente trifásica de 400 V y según la potencia y la capacidad de la batería del vehículo tardará más o menos tiempo en cargar.
La carga rápida ofrece un 80% de carga en 30 minutos, pero no es tan fácil de conseguir porque requiere de cargadores específicos de corriente contínua con una potencia de 50kW.
La carga ultra rápida es la más exclusiva. Le toma entre 5 y 10 minutos cargar la batería del coche pero sólo modelos como el Porsche o el Audi pueden soportar los 150kW de potencia y los 375A de intensidad de corriente.
Este panorama nos deja con 2 posibilidades reales para las estaciones de carga: semi rápida y rápida. En ambos casos se requiere de espacio para que los coches puedan estar estacionados mientras cargan.
La realidad es que hoy en día ni siquiera las propias plazas de garaje individuales de propietarios particulares cuentan con cargadores para coches eléctricos
En las zonas más pobladas la principal propuesta es que los parkings ya existentes incluyan puntos de carga. También se considera la instalación de placas solares en zonas rurales para aprovechar los espacios y desahogar la demanda energética.
Al día de hoy, los tiempos de carga de los vehículos eléctricos no son los más eficientes. Esto hace que haya que pensar en mayores adaptaciones a las infraestructuras para compensar no sólo el suministro sino la espera por cada vehículo.
Por último no podemos olvidar que estaoms en plena época de la movilidad sostenible y además del coche eléctrico estamos asistiendo al auge de vehículos de micromovilidad personal, como los patinetes, en las ciudades. Esto también está impulsando la transformación de los aparcamientos. En este entorno los parkings están adaptándose para contribuir a la movilidad sostenible. Ofrecer estaciones de recarga y aprovechar zonas infrautilizadas, contribuyendo así a la movilidad sostenible.