El mayor desafío que tiene la renovación energética de edificios históricos es hacer que tengan un consumo eficiente sin afectar su valor cultural ni el patrimonio arquitectónico.
Renovación energética de edificios históricos: ¿qué implica?
Se considera un edificio histórico aquel bien inmueble de propiedad fiscal, municipal o particular, que por su valor histórico o artístico o por su antigüedad, debe ser conservado para el conocimiento y disfrute de las generaciones presentes y futuras.
Debido a su valor patrimonial y arquitectónico, estos edificios requieren ser tratados con sumo cuidado a fin de preservar su integridad histórica al momento de implementar mejoras energéticas actuales.
Los edificios históricos son objeto de especial protección y apoyo gubernamental, ya que constituyen parte del patrimonio cultural y, como tal, forman parte de los valores esenciales y de la identidad de la sociedad.
Pero, OJO, no todos los edificios con cierta antigüedad son considerados de valor histórico. Para tener esta categoría deben estar incluidos en el catálogo de patrimonio y bienes culturales.
Una vez que se les considera edificios históricos, estos pueden atender a una variedad de usos que implican diferentes necesidades y fuentes energéticas.
Es por eso que un edificio de alojamiento o residencia no pueden tener el mismo tratamiento que aquel que sirve para hostelería, restauración, centro de formación, actividades administrativas, actividades museísticas, turismo o culto.
Desafíos de la renovación energética de edificios históricos
Se puede perdonar la eficiencia energética de un edificio histórico en particular si su rehabilitación es difícil o si puede afectar negativamente a su conservación. Pero esto no puede ser así con cada edificio de cierta antigüedad porque ya implicaría un problema de eficiencia energética para la nación.
Es por eso que el primer desafío de la renovación energética de edificios históricos es cerrar la brecha entre los edificios históricos con baja calificación energética, y los edificios nuevos, altamente eficientes, pero con poco valor de patrimonio cultural.
Luego hay que hacer frente a estos otros retos:
- Regulaciones de preservación del patrimonio. Cada edificio histórico debe ser tratado según sus particularidades, ya que los edificios históricos están protegidos por leyes y regulaciones que limitan las modificaciones permitidas. Esto significa que cada solución tiene que estar diseñada a la medida, lo que puede ralentizar el proceso.
- Sensibilidad estética. Tener la aprobación para hacer una renovación energética viene sujeta a la condición de que las soluciones deben integrarse de manera que no alteren la apariencia histórica del edificio. Esto puede limitar el uso de ciertos materiales y tecnologías visibles.
- Alto costo de la inversión. Ningún edificio histórico fue diseñado para adaptarse a las tecnologías modernas. Por lo tanto, los ajustes suelen ser complejos a nivel técnico y costosos. El objetivo es conseguir una alta eficiencia energética sin comprometer la estructura y la estética del edificio.
- Restricciones estructurales. La mejora del aislamiento térmico y la sustitución de los sistemas de climatización y ventilación representan el mayor desafío en este tipo de obras de eficiencia energética porque implica intervenir fachadas, pisos y puertas y ventanas originales.
- Mantenimiento. Una vez lograda la renovación, los mantenimientos deben hacerse con la misma atención al detalle porque se trata de obras especializadas, aun cuando se trabaje con tecnología energética actualizada. Lo ideal es que la empresa instaladora deje una hoja de ruta con recomendaciones para los mantenimientos.
Desde 2013 cualquier inmueble que salga al mercado en calidad de compra-venta o alquiler tiene el deber de presentar un Certificado de Eficiencia Energética. Los edificios históricos quedan exentos solo en caso de que sean edificios de culto, que estén oficialmente protegidos o que estén en procesos de reforma.
Oportunidades de la renovación energética de edificios históricos
Si queremos lograr las metas de reducir (hasta eliminar) nuestras emisiones de carbono a la atmósfera, la renovación energética de los edificios históricos tiene que hacerse.
Y es que aunque los desafíos no son pocos, las oportunidades frente a estas reformas valen la pena. Fíjate en todos estos beneficios:
- Reducción del consumo energético. Desde el momento en el que un edificio histórico es renovado este puede reducir su consumo energético en 80%, lo que se traduce en una menor demanda de energía de consumo primario y en una significativa disminución de la huella de carbono de todos lo que hacen vida doméstica, cultural o comercial en este inmueble.
- Aprovechamiento de las tecnologías más novedosas. Cuando se da el paso de hacer la renovación, las tecnologías que se aplican son no sólo las que mejor se ajustan sino las que están más a la vanguardia. Esto garantiza eficiencia y una menor intervención por este mismo concepto a lo largo de los años.
- Subvenciones y programas de financiación. La Unión Europea y España como estado miembro están profundamente interesadas en la optimización del consumo energético, en la reducción de la huella de carbono y en el uso de energía de origen verde. De ahí que ofrezcan diferentes tipos de ayudas económicas para impulsar aquellas obras que conduzcan a la eficiencia energética.
- Bonificaciones y deducciones fiscales. De la mano del punto anterior están los estímulos fiscales para aquellos que logren reducir su consumo de energía primaria gracias a obras de mejora energética. Los edificios históricos son tratados con especiales consideraciones.
- Incremento del valor del inmueble. Como ya lo hemos comentado, no todos los edificios históricos son de propiedad pública; de hecho, gran parte de estos inmuebles son propiedad privada. Al pasar por una renovación aumentan su valor en el mercado porque, además de ser patrimonio cultural, tendrían la garantía de eficiencia energética y de bajo consumo (nada de sorpresas en las facturas de la luz y el gas).
- Seguridad y preservación de los inmuebles. La renovación energética puede contribuir a la conservación de los edificios históricos porque parte de las obras de mejora están orientadas a la seguridad de las instalaciones. De esta manera se prevé la preservación del patrimonio cultural.