La eficiencia energética tiene 3 grandes objetivos: utilizar menos energía para realizar las mismas tareas, no desmejorar la calidad de vida de los consumidores y reducir la huella de carbono.
La eficiencia energética y su alcance
La eficiencia energética es el conjunto de acciones que permiten disminuir el consumo de energía sin impactar negativamente en la calidad de vida de los usuarios ni la productividad de las tareas.
Es por eso que la eficiencia energética puede ser desde tecnología de alta gama, arquitectura bioclimática, mantenimiento apropiado de equipos e instalaciones e, incluso, cambio de hábitos de los consumidores.
Como ves, la eficiencia energética va desde los avances más sofisticados hasta los pequeños detalles de la vida cotidiana. Y esto significa que son muchas las acciones que se pueden ejecutar para hacer un uso eficaz de la energía y ahorrar dinero en el hogar.
Cuando de eficiencia energética se trata, cada pequeña acción cuenta
Para tener un consumo eficiente en el hogar no hace falta hacer grandes inversiones. Se puede empezar con pequeñas medidas que, sumadas, tendrán un impacto significativo en nuestro patrón de gasto y, en consecuencia, en las facturas de energía.
Acciones como usar bombillas LED, en lugar de bombillas incandescentes, pueden reducir en 80% el consumo por concepto de iluminación.
No dejar ningún equipo como televisor, consolas de juego o computadoras en stand by. Tampoco cargadores conectados que no estén en uso. El modo espera genera un consumo fantasma porque hay una permanente transferencia de energía del enchufe al aparato.
Usar el lavavajillas siempre será mejor que lavar a mano. Los lavavajillas tienen un gasto único y medido de electricidad y agua según el ciclo que elijas. Cuando lavas a mano es imposible controlar la cantidad de agua ni el gasto energético que implica calentar el agua corriente sanitaria para facilitar la eliminación de grasa o en temporadas de frío.
Limpia lámparas, neveras y hornos. El polvo sobre las lámparas o bombillas hacen que la iluminación no sea tan eficiente porque se bloquea la luz. Hornos y neveras sucios gastan más energía bien porque requieren enfriar productos que ya no son aptos para el consumo o bien porque deben hacer pasar el calor por encima de la grasa y demás residuos.
Sácale el máximo provecho a la luz natural. Aunque parece una sugerencia evidente, nunca está de más. Abre persianas y cortinas y deja entrar la luz natural a tus espacios. Es bueno para la eficiencia energética y para tu salud.
Mantenimiento y reparaciones, la gran fuente del ahorro energético
Los equipos de climatización requieren de un mantenimiento regular para garantizar que son seguros y que operan al 100% de sus capacidades.
Por lo general el mantenimiento sólo implica una verificación y limpieza de todos los elementos de la instalación, sin necesidad de sustituir piezas. Sin embargo, muchas veces estos procedimientos de rutina se pasan por alto, ocasionando pérdidas significativas de energía.
Pequeñas obstrucciones o suciedad en tus equipos de aire acondicionado o calderas pueden hacer que tu factura aumente en 30%.
Dentro del concepto de mantenimiento y reparaciones entra también todo lo que corresponde al aislamiento térmico de la vivienda.
Grietas o huecos en las paredes, ventanas que no cierran bien, puertas que dejan escapar el aire, cristales convencionales, revestimiento térmico desgastado… Cada uno de estos elementos hacen que la vivienda no pueda retener la temperatura confortable que proporcionan los sistemas de climatización.
Comienza por las reparaciones más sencillas y, en cuanto te sea posible, escala a soluciones más complejas como instalación de ventanas y puertas con el aislamiento adecuado.
Desde el momento en que hagas estos cambios notarás que tus facturas se reducirán entre 30% y 50%, que es lo que implica mantener la temperatura constante de la calefacción o el aire acondicionado cuando hay problemas de aislamiento.
La tecnología de alta gama para el hogar y la eficiencia energética
Cada avance tecnológico que se hace sobre los electrodomésticos, aparatos electrónicos, sistemas de iluminación, climatización y de seguridad de uso doméstico apuntan al uso óptimo de la energía.
Y la regla de oro es la automatización y sistemas de gestión centralizados.
El objetivo es que cualquier tarea pueda controlarse a distancia a través de dispositivos como teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores o asistentes virtuales en altavoz.
De esta manera, cada aparato integrado tiene la posibilidad de parametrizarse en tiempo real según los deseos y/o necesidades específicas de cada usuario.
Termostatos
Un buen ejemplo de esto son los sistemas de climatización inteligentes. Tanto aires acondicionados como calderas se pueden encender y apagar a distancia o por programación, así como variar las temperaturas por áreas de uso.
Al no tener una única programación para todos los espacios se hacen ahorros de dinero y energía, ya que no hace falta mantener temperaturas constantes en espacios que no están siendo utilizados en determinados momentos.
Sensores
Otro recurso valioso son los sensores de movimiento, que complementan los sistemas de climatización e iluminación. Aunque son más comunes en espacios de trabajo, se ajustan muy bien a rutinas y espacios domésticos.
Los sensores ayudan a encender, apagar y graduar luces y temperaturas en función de la presencia de las personas, generando así un clima confortable y con el uso de la energía indispensable.
Electrodomésticos
Lavadoras, secadoras, lavavajillas, aspiradoras, persianas, televisores, enchufes… Siempre que sean inteligentes se pueden controlar a distancia.
Tú decides a qué hora te conviene más hacer la colada, cuándo es mejor subir/bajar las persianas o si lo que deseas es cortar todo suministro de electricidad en determinados enchufes para no tener el gasto del stand by.
Si no has tenido tiempo de hacer una programación previa o si deseas cambiarla, desde tu teléfono puedes ejecutar cualquier acción al instante.
Si bien la inversión en tecnología de alta gama no es una opción para todos los presupuestos, es mucho lo que se puede hacer aquí y ahora con los recursos que se tienen disponibles.
Y es que la eficiencia energética es más un asunto de disposición que de grandes recursos: con pequeñas acciones se pueden lograr grandes ahorros.
Conclusiones
La eficiencia energética es una estrategia esencial para reducir el consumo de energía y, por ende, los costos asociados. Esto se puede lograr a través de una variedad de métodos, desde la adopción de tecnología de alta gama hasta cambios simples en los hábitos cotidianos. Cada pequeña acción cuenta y puede tener un impacto significativo en el patrón de gasto y, en consecuencia, en las facturas de energía.
El mantenimiento y las reparaciones regulares de los equipos de climatización y el aislamiento térmico adecuado de la vivienda son aspectos cruciales para garantizar la eficiencia energética. Los avances tecnológicos, como la automatización y los sistemas de gestión centralizados, también juegan un papel importante en la optimización del uso de la energía.